martes, 3 de diciembre de 2013

La Caída del Muro de Berlín.

El muro, uno de los símbolos más patentes de la Guerra Fría, se extendió a lo largo de 45 kilómetros, dividiendo a la ciudad de Berlín en dos partes, además de 115 kilómetros que separaban a la parte occidental de la ciudad del territorio de la República Democrática Alemana.
Alemania separada. La RFA (República Federal Alemana o Alemania Occidental) pertenecía a Estados Unidos, Reino Unido y Francia y la RDA (República Democrática Alemana o Alemania Oriental) a la Unión Soviética

Desde el momento de su inauguración, muchos alemanes querían buscar la libertad en el “otro lado” intentando cruzar eludiendo la dura vigilancia de los guardias fronterizos. No fueron pocos los que murieron en el intento; el número exacto de víctimas no está del todo claro, pero la Fiscalía de Berlín considera que fueron 270 personas, incluyendo 33 que fallecieron como consecuencia de la detonación de minas. Estas muertes, sólo endurecieron la radical prohibición de cruzar el muro a los oprimidos alemanes orientales.
Cuerpo sin vida de Peter Fechter en su intento de cruzar el muro

Después de 28 años, las políticas impulsadas desde mediados de la década de 1980 en la Unión Soviética por Mijaíl Gorbachov se tradujeron en la decisión de abrir poco a poco las fronteras de la República Democrática Alemana. El 9 de noviembre de 1989, finalmente, se anunció, visado mediante, la libertad para viajar hacia la otra Alemania. Ello pareció anunciar por fin el desmoronamiento de la estructura que por casi tres décadas aisló brutalmente a todo un pueblo. Los alemanes del Este reaccionaron de inmediato; miles de berlineses, tanto del lado oriental como occidental, se aglomeraron frente al muro y sus barreras fronterizas tomando parte ese mismo día en una de las acciones político-sociales más relevantes del siglo XX: la caída del muro de Berlín.

Muchos alemanes orientales, vacilaron antes de saltar; una hora antes, sólo aventurarse cerca de la barrera habría significado la muerte inmediata, pero ahora muchas manos desde el otro lado se extendieron para ayudar. Como tantos, la noche del 9 de noviembre, saltaron finalmente las barreras que fueron completamente inútiles, paseándose felices por las calles de Berlín Occidental. Otros, con martillos e improvisadas picas en las manos, compartieron desde arriba del muro la alegría de derribarlo trozo a trozo, muy cerca de la imponente puerta de Brandeburgo.
Pase de la RDA a la RFA por encima del muro.

Más de un millón de alemanes se movilizaron exigiendo libertad de expresión y movimiento, liberalismo político, cese de discriminaciones y privilegios y el reconocimiento oficial de los representantes de los partidos políticos de oposición. El socialismo soviético había caído y, con él, su “Muro de la Vergüenza”.

-Samaria Nolazco.
En cooperación con: Alejandra Martínez y Martín Ayón.


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